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Foro de rol futurista


    Historia de Horizon

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    Mensaje por Origin Sáb Dic 03, 2016 2:05 pm

    HISTORIA DE HORIZON



    LA TIERRA. AÑO 2751.

    La raza humana había comenzado hace ya tiempo su exploración a lo largo de la galaxia, llegando a nuevos planetas del Sistema Solar en busca de lugares por los que expandirse y explotar. Sus progresos y su tecnología habían avanzado de forma exponencial, pero poco verde quedaba ya en el planeta Tierra, donde el progreso fue convirtiendo todo en artificial y exprimiendo los recursos naturales hasta estar cerca de agotarse. El temido día en que los recursos del planeta estuviesen cerca de extinguirse estaba cerca y fruto de ello se inició el programa de colonización, expandiéndose por otros planetas y creando pequeñas zonas habitables para la raza humana en cada uno de ellos, construyendo así ciudades satélite destinadas a explorar cada planeta en busca de recursos o incluso seres desconocidos.


     
     

    El planeta Tierra en su cumbre tecnológica



    A esta fecha casi todos los planetas del Sistema Solar ya han sido explorados al completo, sin éxito aparente. Se descubrieron nuevos elementos, se avanzaron en tecnología gracias a los diferentes ambientes gravitatorios de cada planeta, pero el objetivo de la misión que era la supervivencia de la especie a largo plazo... continuaba fallido.

    La desesperación llevó a lo que se conoció como la misión "Tridente", basada en usar varias naves de pequeño tamaño para explorar el gigantesco cinturón de asteroides entre Marte y Jupiter, con la esperanza de poder descubrir algo allí dentro. A pesar de la negativa y desaprobación generales, finalmente la misión se llevó a cabo, resultando en un desastre absoluto, cuando un error de cálculo hizo que la flota de naves chocasen entre los asteroides y tras una breve explosión todos quedasen desintegrados. Este incidente sumado a las pocas bazas que le quedaban por jugar a la raza humana fue el detonante para que los diferentes países decidiesen abandonar el proyecto de colonización, prefiriendo destinar sus fondos y escasos recursos a buscar otras formas de prosperar.

    Todas las ciudades satélite fueron avisadas para abandonar los planetas y regresar a casa cuanto antes, al tiempo que nuevas ideas se ponían sobre la mesa. La más destacable fue la de crear una gigantesca nave a modo de arca que albergase a la mayor cantidad posible de personas para deambular por el espacio, cargados de todos los recursos posibles, esperando llegar a otros lugares fuera del Sistema Solar. Esta idea no convencía a muchos, viéndolo como un viaje de no retorno sin garantía alguna de éxito, pero a falta de algo mejor fue aprobada su construcción.

    Mientras muchas naves espaciales regresaban a la Tierra, un pequeño grupo especialmente descontento por la decisión se rebeló y a medio camino viraron la dirección para alejarse. Su nave, bautizada como Mermaid, se encontraba por la zona cercana a Neptuno y su comandante, Charles Grimm, con la aprobación de toda su tripulación, decidieron en contra de las órdenes dirigirse a terminar lo que habían empezado. El planeta Plutón ya había sido explorado sin éxito, debido a su tamaño ni siquiera se había construido nada destacable en él, pero quisieron volver a buscar nuevamente antes que rendirse de esa manera. En esta ocasión sus sensores captaron una señal muy débil, que sorprendentemente no provenía de Plutón; rastreando la señal lo mejor que pudieron lograron descubrir que fuera lo que fuese lo que emitía eso, parecía encontrarse en Caronte, un pequeño satélite alrededor de Plutón.

    Aterrizando en Caronte, el equipo se puso manos a la obra, cada uno con sus sensores de radiación, para intentar encontrar el origen de la señal. Sin poder determinar de qué se trataría, parecían tener bastante claro que la señal parecía ser de algo vivo, por lo que iban armados y preparados para disparar si fuese necesario. Tras mucho esfuerzo encontraron una caverna que los llevaba a las entrañas de Caronte, bajando por enormes grutas durante cientos de metros.

    ¿Qué... qué es esto Charles?... ¿Cómo puede ser posible?
    Esto significa que... sabes que esto lo cambia todo...
    — Sarah Farron, segunda de abordo del Mermaid.

    Las linternas del equipo apuntaban a una puerta, de algún tipo de roca, pero una puerta al fin y al cabo. Era claramente algo artificial, hecho por alguien, en cuyo marco se encontraban unas inscripciones en algún tipo de idioma que les fue imposible de entender. En ese momento el grupo se dividió en dos ideas, algunos temieron lo que podía haber allí dentro y otros tenían claro que debían entrar fuera como fuese. Un par de pequeños explosivos bastarían para echar la puerta abajo, pero tras numerosos intentos no fue así. Ninguna de sus armas logró hacer un sólo rasguño a la puerta, lo que hizo aumentar el temor de aquello que sólo veían las inscripciones cómo un aviso de que no debían entrar ahí.

    ¿¡No lo habéis intentado ya bastante!?
    ¡Sea lo que sea lo que hay ahí dentro no estaría ahí encerrado si fuera algo bueno!
    — Milles Tredmund, tripulante del Mermaid.


     
     

    Aterrizaje de la Mermaid en Caronte.



    El comandante Charles lo comprendía y era consciente de que si había algo ahí dentro todo apuntaba a que esa especie de sala en el interior de Caronte parecía directamente una prisión. ¿Pero qué era lo peor que podía pasarles, morir? Habían ido allí con la idea de probablemente ni volver, de dar su vida en busca de lo que fuese... Y si lo que había ahí dentro podía ser remotamente una salida para el objetivo de su misión, estaba seguro que entraría fuera como fuese. Sin embargo, continuaban sin saber cómo abrir la puerta, cuando otro de los compañeros, Bud, tocó una pequeña forma circular de la puerta y como por arte de magia esta se abrió, brillando sus contornos con una tonalidad azulada.

    No comprendían nada... ¿Cómo podía ser? ¿Bastaba con tocarla? ¿La propia puerta había reconocido algo en Bud para dejarlos pasar? Tenían esas preguntas y muchas más, pero no pudieron ni manifestarlas cuando dando un paso dentro de aquel lugar no dieron crédito a lo que estaban viendo.

    Ante ellos había una sala, una simple sala, como si fuese un gigantesco cuadrado perfecto de paredes y suelo totalmente lisos... Alguien había creado aquello y desde luego parecía muy antiguo. En el suelo encontraron unas figuras en relieve, suaves y casi imperceptibles, que parecían simular dos personas, un hombre y una mujer; pero lo que más llamaba la atención era que en el centro de la sala había una gran roca negra, tan oscura que no reflejaba la luz ni en la menor medida. Ni siquiera cuando le apuntaban con sus linternas parecía reflejar el menor brillo. Tenía una forma cúbica, como si estuviese clavada con una de sus esquinas en el suelo. Examinándola en mayor detalle pudieron ver cómo había una serie de marcas a lo largo de la roca, como una serie de inscripciones o símbolos hechos con una exactitud milimétrica y precisa, pero que fueron incapaces de identificar o de descubrir su posible significado, aunque no sería de extrañar que fueran encaminados de forma diferente a los de la puerta. Sus sensores confirmaron que era aquello que habían detectado en Plutón y no sólo eso, sino que en su presencia parecía que la señal crecía y crecía, vibrando ante los exploradores, como si aquel objeto pudiese reconocerlos o entender que había alguien a su lado.

    ¿Vuestros sensores captan lo mismo o el mío se ha roto...?
    Es como si... la señal se incrementase cuanto más cerca estamos,
    como si nos reconociese...
    — Charles Grimm, comandante del Mermaid.

    No era sólo el hecho de que cuanto más cerca naturalmente el sensor reconocía mejor la señal, sino que literalmente aquella roca la incrementaba a medida que se aproximaban. Fue cuando uno de ellos, la médico del grupo Violet, la que fue la primera en tocar la roca. Su mano quedó pegada a ella sin poder separarla mientras gritaba de dolor, como si una tortura estuviese consumiéndola por dentro. Todos trataron de separarla sin poder hacer nada, así como disparar a la roca sin éxito tampoco... hasta que sin mayor explicación Violet pudo separar su mano de la negra roca y cayó al suelo inconsciente. Una larga discusión se produjo en ese momento, todos convencidos de que aquel objeto era muy peligroso, pero sin saber qué hacer exactamente con él. Pudieron deducir que fuera lo que fuese parecía generar diferentes radiaciones y que podía tratarse de una fuente de energía de algún tipo. A pesar del descontento general, Charles impuso que llevasen la roca con ellos y que en la Tierra decidiesen si podía ser de utilidad o no, buscando allí la forma de destruirlo si era que no, dado que ellos allí tampoco tenían forma de hacerlo y creyeron peligroso dejarlo.

    Anclando la roca con sujeciones para no tener que tocarla y llevando el cuerpo inconsciente de Violet entre varios, la tripulación del Mermaid salió de las profundidades de Caronte y subieron a su nave para salir de allí.


    LA TIERRA. AÑO 2762.

    Pasaron varios años hasta que el Mermaid regresó a la Tierra. Habiendo avisado con anterioridad de su descubrimiento fueron acogidos como héroes a pesar de su rebelión inicial y numerosos equipos especiales acudieron para rescatar aquella roca negra y llevarla a lugar seguro. Mantuvieron a Violet con vida gracias a un sistema de soporte vital, pero aun a su regreso continuaba inconsciente y sin dar señales de despertar. Todos ellos de hecho tenían un aspecto débil y con muestras de estar en constante agotamiento... algunos creyeron que permanecer cerca de la roca podría haber estar mermando sus energía o afectándolos gravemente, enfermándolos poco a poco.

    La atención de los habitantes de la Tierra poco a poco se fue centrando más en la propia roca y menos en aquellos que la encontraron. Fue Bud el primero en caer mientras estaban todos juntos celebrando el regreso en un bar, quedando inconsciente igual que le había ocurrido a Violet... La teoría de que estar cerca de aquella roca tantos años los irradió en exceso y los hizo enfermar parecía correcta y poco a poco todos fueron recibiendo el mismo destino, siendo consumidos por la enfermedad y dejándolos en un estado eterno de sufrimiento, sin llegar a morir del todo, inconscientes sin mayor remedio.

    Pasaron varios años mientras incontables científicos experimentaban con la roca en el más alto secreto. La gente casi se había olvidado de ello debido a que no se volviese a anunciar noticia alguna sobre ella, principalmente porque no habían logrado ningún progreso. Charles se encontraba en su apartamento, con un aspecto deplorable, cuando encendió el televisor por mera costumbre más que porque le interesase ver algo; se sirvió un whisky en un vaso ancho con un hielo y se sentó en su sillón para encenderse un puro. Era el último miembro en pie del Mermaid y sabía que no duraría mucho tiempo y lejos de no querer acoger ese momento, a su mente volvía una y otra vez el momento en el que él y su equipo encontraron aquella roca, pensando en que de no haber sido así aun podrían seguir todos juntos. La poca fuerza que era capaz de acumular su débil cuerpo fue usada con rabia para romper el vaso en su mano, sintiendo el reguero de whisky caer por su pierna mezclado con la sangre.

    Se habría levantado a vendarse la mano de no ser por que el dolor punzante de los cristales fue acallado de lleno por una visión en la televisión, como si sus pensamientos hubiesen servido de algo. En todos los canales hablaban acerca de la roca tras años sin la menor noticia y en todos decían lo mismo: el Doctor Kenji Mashogawa, científico japonés, había descubierto la forma de extraer energía de la roca, pudiendo resultar en una fuente inagotable de recursos. Charles respiró profundamente y soltó todo el aire de sus pulmones, como disfrutando con una última bocanada de aire que le devolvió a la tranquilidad y que hizo que todo tuviese sentido, que su sacrificio sirviese de algo.

    Al fin... os prometí que todo serviría de algo chicos,
    os prometí que lo que hicimos valdría para mucho...
    Le espera una era gloriosa a la humanidad.
    — Charles Grimm, en sus últimas palabras.


    LA EXTINCIÓN DE LA TIERRA. AÑO 2775.

    Siguieron varios años de experimentación, tratando por darle un uso real a la energía extraída por la roca, un proyecto llamado "Nuevo Amanecer" que consistía en la creación de todas las infraestructuras necesarias para no solamente generar energía a través de la roca sino poder transformarla y transportarla por toda la Tierra. Como de una gigantesca central de energía se construyó la Central Coloso, en cuyo interior se encontraba la roca, conectada con incontables aparatos y artefactos, para funcionar como una enorme central capaz de abastecer a todo el planeta.

    Tras muchas pruebas consistentes sin el menor fallo había llegado el día de poner el sistema en funcionamiento, todo un acontecimiento mundial, retransmitiéndose por todos los medios posible. Fue la Doctora Akina, ayudante del Doctor Kenji, quien descubrió algo extraño en la roca que hasta ese entonces nadie había notado. Corrió para intentar hablar con su supervisor, queriendo advertirle de que debían hacer más pruebas.

    ¡Señor, no podemos ponerlo en marcha aun! Es algo en su interior...
    No sé que es, pero hay algo más que no habíamos descubierto.... algo vivo.
    — Doctora Akina, advirtiendo de la naturaleza orgánica de la roca.

    La presión y la desesperación de la situación impidieron que el Doctor Kenji hiciese el menor caso a su ayudante, menospreciando su información y dando el visto bueno para la puesta en marcha del sistema energético. Todo estaba listo y los preparativos hechos, cuando su creador giró la llave que desbloqueaba la red y pulsó los botones que arrancaban los aparatos encargados de iniciar la extracción de energía. Durante todo esto Akina había terminado por investigar sus descubrimientos y horrorizada acudió a la Central Coloso, colándose y cogiendo una bomba con la idea de destruir todo aquello; conocía exactamente los peligros con los que estaban jugando, al fin había descubierto de qué se trataba aquella roca negra.

     

    Interior de la Central Coloso antes de su inauguración


    Por ese momento todo funcionaba correctamente y la energía fluía sin problema, llegando ya a diferentes partes del mundo, cuando Akina se coló en el núcleo central y, perseguida por numerosos guardias, corrió hacia la roca con la idea de accionar la bomba.

    ¡Paradla joder...! ¡¡Disparadle de una puta vez!!
    ¡QUE NO DE UN PASO MÁS!
    — Doctor Kenji, horrorizado de que Akina acabase con todo.

    Varios disparos volaron pero no llegaron a su destino, quedándose flotando en el aire como envueltos en una alteración magnética. Akina se había quedado quieta a apenas un metro de la roca, mientras la bomba resbalaba de entre sus manos y lentametne se daba la vuelta, mirando al resto de asistentes. Sus ojos se habían vuelto blancos por completo y por más que muchos de los guardias intentaban acabar con ella disparando, los proyectiles jamás llegaban a su destino. La piel de la Doctora empezó a oscurecerse lentamente, el pelo de su cabeza cayó, como si algo estuviese consumiéndola por completo desde dentro de ella... a sus espaldas, la negra roca irradiaba y vibraba con cada fluctuación de energía. Y entonces Akina habló, con una voz que no era la suya, oscura y tenebrosa, que parecía conducirse directamente a la mente de cada uno, resonando de manera dolorosa.

    Tras tanto tiempo al fin doy von vosotros... mediocres descendientes.
    No estáis a su altura... pero eso no importa, ya nada os debe preocupar...
    Os volveréis ceniza y polvo a mi voluntad, desapareceréis como si nunca hubieseis existido...
    Ha llegado vuestro día. Yo soy vuestro fin.
    — Doctora Akina, aparentemente poseída por la roca negra.

    En un abrir un cerrar de ojos la Doctora se pulverizó, desintegrándose sin dejar rastro de ella. Segundos más tarde aquellos que se encontraban a kilómetros y kilómetros de distancia de la Central Coloso pudieron ver una gigantesca explosión proveniente de allí. Los cálculos iniciales fueron de que al menos un 40% de la Tierra fue instantáneamente destruida por la explosión. Los relatos de hoy en día sobre esos momentos son confusos y poco precisos, pero muchos hablan acerca de una enorme bestia surgir del humo resultante, como una criatura de otro mundo, enorme y con un poder descomunal.

    La situación se volvió crítica en sólo unas pocas horas y aquellos más rápidos y sobretodo más alejados del conflicto, tuvieron la opción de montarse en numerosas naves y transbordadores espaciales para abandonar la Tierra cuanto antes. Tal y como les llegó mentalmente a cada habitante del planeta, la gente se empezó a referir a esa criatura como el Fin, cuyo tamaño y poder eran tales que la gran mayoría de naves no tardaban en ser destruidas por ella, incluso a mucha distancia, todas acababan desintegrándose en pleno vuelo o cayendo abatidas. El caos más absoluto estaba sacudiendo a la raza humana y en cuestión de menos de 24 horas la especie había pasado de estar en su cima a estar rozando la extinción.

    Ejércitos y naves de ataque trataron por luchar contra la bestia sin el menor resultado. Muchos creían que era un ser alienígena, otros una bestia demoníaca y otros muchos ni siquiera tuvieron tiempo de pensar acerca de qué podía ser. Los intentos de lucha eran ridículos, diezmando miles de vidas cada minuto sin el menor esfuerzo. Sin conocer cuantas personas quedarían con vida en la destrozada Tierra ni cuanto tiempo aguantarían luchando, un grupo de naves intentó escapar hacia el espacio, rezando por tener éxito al contrario que todas las demás.; sin embargo al igual que con las anteriores fueron cayendo una otras otra, cuando la última de ellas, un enorme carguero espacial llamado Horizon, se empezó a separar más que ninguna otra de su planeta natal. Su capitán, Scott Grimm, hijo de Charles Grimm, era quien pilotaba el carguero y llevando consigo a otras mil personas que había logrado rescatar, sin tener un destino, sin saber si sobrevivirían más de una hora allí fuera, pero por ese momento pensando únicamente en que el Fin no los alcanzase.

    Y los habría alcanzado sin problema alguno de no se por que de pronto, en medio del espacio, una especie de agujero negro apareció ante ellos. Scott supo, de alguna forma, que aquello no podía ser algo fortuito, que no podía ser casualidad, que tenía que haber algo más detrás de todo eso... pero sin tener otra opción viable se dirigió al agujero negro justo antes que la bestia diera con ellos, cerrándose a su paso. Habían sobrevivido, por ahora.


    LA NADA. AÑO 2776.

    No tenían la menor idea de donde se encontraban. La primera suposición era que hubiesen aparecido en otro confín de la galaxia o del universo, pero no pudiendo garantizar nada. Sus instrumentos de navegación no servían y no tenían manera de poder determinar su situación en el espacio, motivo de que empezase a surgir la teoría entre los tripulantes de que tal vez podían no estar ni siquiera en su universo, que podían haber acabado en algún mundo paralelo. Tras lo ocurrido nada de lo que creían hasta entonces podía servir, ninguna de sus creencias era válida... en un sólo día sus cimientos habían sido demolidos por completo y deambulaban por el espacio sin saber hacia donde ir.

    Este tiempo fue oscuro y determinante para lo que quedaba de la raza humana. Muchos querían pensar que los que se quedaron en la Tierra pudiesen finalmente abatir a la criatura y que aunque costase mucho se podría volver a la normalidad, muchos otros sabían que no sería así. También había quienes identificaban al Fin como un mensaje enviado por Dios, un castigo para los pecados de la raza humana... Sea como fuese, lo cierto es de las mil personas que iniciaron ese viaje, muchas acabaron sucumbidas a la más absoluta depresión y a la locura. Los alimentos y suministros eran escasos, la gente enfermó y se debilitó, asolados por no conservar esperanza alguna con el paso del tiempo.

    La población de la nave se redujo a la mitad, suicidios incluidos, pero se debe destacar que los que supieron mantener la calma y la cordura fue sin duda en gran parte gracias a su capitán Scott, siempre capaz de subir la moral de los suyos incluso en la situación más desesperanzadora, siendo para ello no sólo su capitán sino todo un héroe sin el que ninguno habrían conseguido escapar. Claro está que otros, aunque una minoría, creían estar destinados a morir en el espacio por su culpa, sin poder volver a hogar, creyendo claro que tal vez en su ausencia todo hubiese volvido a la normalidad.

    De acuerdo a su calendario fue un 24 de Enero cuando los radares de la nave captaron una forma en medio del espacio. En ese punto les daba igual qué pudiese ser, sólo deseando encontrar una salida a su situación o algo que le pusiera fin de forma definitiva.

    ¿Es eso.. un planeta? Dios mío, espero no estar teniendo alucinaciones.
    No quiero crearles falsas esperanzas al resto, no lo comentes por ahora,
    pero tal vez... no era el fin después de todo.
    — Scott Grimm, al descubrir el planeta Layru en su monitor.


    LAYRU. AÑO 2779.

    Antes siquiera de aterrizar en el planeta varias naves salieron a su paso, hablando en un idioma desconocido. Los tripulantes de la nave Horizon no daban crédito a lo que ocurría ante sus ojos, pues acaban de descubrir no sólo un nuevo mundo, sino uno habitado por seres desconocidos. Los humanos fueron apresados por los Anuvein, una de las razas de aquel misterioso planeta, despojados de sus pocas pertenencias y encarcelados, como mero motivo de cautela. Pidiendo hablar con sus líderes, la raza humana mandaron al capitán Scott como su representante, reuniéndose con uno de los soberanos de Layru, llamado Vel'maut.

    Aquel inicio fue costoso y muy complicado, pues ni siquiera hablaban el mismo idioma. Scott y Vel'maut se esforzaron en entenderse lo mejor posible a lo largo de incontables reuniones. Mientras tanto, la raza humana fue excluida en la luna de Emduan, un satélite del planeta prácticamente abandonado, que solía ser usado para expulsar allí a los no aptos e ingratos. Sin un mejor lugar, la raza humana permaneció encerrada en aquel lugar, concretamente en un cañón rocoso y oscuro. Los Anuvein se esforzaron en darles alimentos y garantizar su supervivencia mientras decidían qué hacer con ellos, mientras ambos líderes continuaban intentando comunicarse y llegar a un acuerdo.

    Con el paso del tiempo los humanos empezaron a aprender el idioma de los Anuvein, que descubrieron que era una especie de idioma común usado por ellos y otras muchas razas, facilitando el diálogo entre ellos. Llegó el día en que se les concedió regresar al planeta Layru, otorgándoles un pequeño valle donde construir y donde poder establecerse. De este modo fundaron un pueblo que fue creciendo poco a poco donde los humanos empezaron a prosperar todos juntos, que llamaron la Nueva Tierra en honor a su planeta natal.

    Hubo conflictos y problemas, hubo muchos incidentes, pues no sólo eran los humanos quienes se exponían a algo nuevo, sino que eran el resto de razas de allí a quienes se les había alterado su status quo y quienes veían en los humanos desde una señal de futuro hasta una posible amenaza. La Nueva Tierra creció y los humanos se asentaron allí, esforzándose por evitar cualquier problema y por ganarse la aprobación del resto de seres, aprendiendo no solamente su idioma sino sus costumbres y en general aprendiendo todo lo posible de ese nuevo mundo. Entre los humanos muchos conservaban la idea de que algún día volverían a su hogar, creyendo aun que existía la posibilidad de que la Tierra estuviese a salvo... otros muchos habían aceptado ya que este era su nuevo hogar y que no podían echar la mirada atrás.


    LA LEYENDA DEL INFINITO. AÑO 2791.

    Vel'maut, una vez creyó en la palabra de los humanos de que no habían llegado allí para obrarles mal alguno, confesó a Scott una leyenda que había sido contada de generación en generación no solamente en su raza sino en las demás. Esta leyenda hablaba de que hacía miles de años llegaron a Layru dos seres como nunca habían visto, inofensivos en apariencia e irradiando tranquilidad. Se decía que habían llegado desde muy lejos y con un deseo, una misión para la que dedicaban sus vidas, revelando que no estaban solos en el universo, sino que había infinitos mundos repletos de toda clase de razas y lugares.

     
     

    Representación de Origin creando unos de los portales del infinito



    Tal revelación podría haber caído en saco roto y ser ignorada por los entonces únicos habitantes del planeta, los Anuvein, pero los dos seres hicieron muestra de un sorprendente poder, cuando crearon varios portales, como enormes arcos, que al activarse irradiaron un brillante color azul. El objetivo de sus vidas era la de unir todos aquellos mundos entre si, explorando la infinidad del cosmos para dar con nuevos mundos que unir al resto, juntando a las razas y creyendo en que de esta forma se alcanzaría algo mayor, algo único. Por desgracia esta misión no llegó a terminar, pues aunque eran muchos los mundos unidos mediante estos portales, llegó un trágico día en que los portales dejaron de funcionar, apagándose súbitamente. El caos reinó cada mundo, separados de cuajo y haciendo que seres acabasen encerrados en planetas que no eran los suyos, alejados de sus familiares y conocidos, fruto de lo cual hoy en día existen mundos con más de una especie habitándolo.

    Infinity y Origin, los reyes infinitos, como fueron llamados aquellos dos seres, no volvieron a verse ni saber de ellos. Historias hablaban de que habían muerto, de que decidieron abandonar su proyecto de vida, hay quienes creen que siguen entre nosotros ocultos... pero lo cierto es que los portales jamás volvieron a funcionar. Hasta la llegada el Horizon.
    Los Anuvein contaron a Scott y a los suyos sobre que aquellos seres eran también dos humanos, pero que no sabían cómo llegaron a su planeta ni tampoco cómo eran capaces de tener semejantes poderes como los que demostraron al crear los portales. Motivo de ello incentivó que los humanos fueran apresados nada más llegar, temiendo que no sólo poseyesen también tremendos poderes sino que pudiesen usarlos con malos actos. Comprobaron sin embargo que efectivamente, los humanos no eran poseedores de esos poderes ni nada parecido, creando confusión sobre lo que Infinity y Origin podían ser, de haber existido realmente pues aunque formaba parte de la cultura popular y los portales existían, también había quienes pensaban que todo aquello no era más que un cuento falso pasado de generación en generación.

    "Cuando no estemos, cuando el infinito se acabe,
    sólo otro como nosotros podrá abrirlo de nuevo...
    No temáis... Ellos vendrán"
    — Supuesta cita de los reyes infinitos.

    Las dudas se aclararon cuando Scott fue llevado a uno de los portales de Layru y con sólo tocarlo este se puso en marcha. No solamente supieron que los reyes infinitos eran humanos, sino que la leyenda era cierta y los portales servían para ir a otros mundos. La propia existencia de Layru se sacudió de lleno, conectando su mundo con otro planeta. El caos alborotó todo nuevamente durante una larga temporada, mientras muchos trataban por acostumbrarse a esa nueva realidad y otros sólo pensaban en la forma de abrir el resto de portales, pues cada portal requería de unos materiales muy escasos, unos pequeños núcleos parecidos a minerales, que eran usados para poder suministrar energía a cada portal.
    En ese momento los humanos tomaron por suyo el legado de los reyes infinitos, tomando la misión de buscar y activar todos aquellos portales. El legado de explorar y unir todos los diferentes mundos, de llegar siempre más allá y conocer los misterios del universo.
    Y aquí comienza nuestra historia, 50 años después de que la humanidad aterrizase en Layru, con la humanidad asentada en los nuevos mundos e integrada entre el resto de especies y con la segunda generación de humanos tratando de hacer prosperar a su especie y crear un hueco para ella en la historia.

      Fecha y hora actual: Vie Abr 19, 2024 8:44 am